Obi-wan dice: hace unos días estaba viendo urgencias (sin cita) con un compañero y un R3. El compañero es también tutor. Yo no diría que es un médico complaciente con los enfermos, pero tampoco trata de ser su enemigo. Si considera que es necesario, bien sea por la clínica, el contexto o el bien de la relación con el paciente, auscultar a alguien que acude con un catarro, lo hará. Si no lo ve necesario, no.
(Una pregunta: ¿alguien sabe en qué situaciones es conveniente, eficaz, eficiente, rentable auscultar a un paciente? Yo no. Pero supondremos que lo sé para poder seguir con el post)
Vino una paciente con un cuadro de ansiedad. La paciente lo había sido en tiempos de mi compañero, pero ya no lo era por cosas de los nuevos cupos. A la paciente le habían realizado una biopsia y una RMN por un tumor abdominal ¡3 meses antes!. Era un tumor de naturaleza benigna pero de gran tamaño, tributario de cirugía. La paciente no sabe de medicina, pero sí nota cómo el tumor va creciendo, se hace palpable y visible, mientras permanece en una supuesta lista de espera.
Mi compañero y el R3 pasaron a la acción. Llaman al hospital y pidieron hablar con el cirujano de la especialidad X que estaba de guardia. Por supuesto, se resistió. Sí, recordaba el caso. Habían comentado el tremendo tamaño del tumor. Pero, por sus características, no era suyo. Míticas palabras que los especialistas prodigan y un médico de familia no sabe pronunciar. ¡Ah! ¿Nadie la había llamado?. Deberían haberlo hecho los de cirugía Y. Sin reblar, mi compañero y el R3 pidieron hablar con el cirujano X. Convencieron al residente y finalmente el adjunto de cirugía de guardia se comprometió a darle una cita a esa paciente. Para un cirujano, un tumor abdominal puede resultar aburrido, igual que para nosotros un catarro.
¿Fueron complacientes? ¿O cumplieron con un deber no escrito? ¿Es equitativo que un paciente tope con médicos así y otro no? ¿Le debe eso importar al médico mientras trabaja?
Choca esta historia con otra que he leído en MEDFAM. La aporta Alfredo Zurita, médico argentino bregado en mil batallas.
En 1974 el gobierno federal intentó instalar aquí un sistema nacional de salud, con médicos asalariados full time, reemplazando el sistema de médico contratado por acto por la seguridad social.
Mi estado fue uno de los que inició la experiencia.
Al día siguiente de comenzada, el administrador, no médico, de un hospital me comentó que no funcionaría, por la epidemia de parálisis de hombro de los médicos (??)
Indagué a qué se refería.
Me respondió que había observado que hasta el día anterior, los médicos acompañaban a cada paciente a la puerta del consultorio para despedirlo, y al entrar el siguiente le palmeaban el hombro, afectuosamente.
Había observado que al día siguiente, los médicos se quedaban sentados frente a su escritorio, y se limitaban a gritar «que pase el que sigue !!»
Como esto había ocurrido en el plazo de 24 hs lo atribuía a una epidemia que había paralizado los músculos de los hombros de los médicos que levantan el brazo .., el deltoides ??…
¿Hemos de esperar a que cambien nuestras condiciones laborales para preocuparnos por la salud de nuestros hombros? ¿O deberíamos ejercitarlos un poco más antes de que la anquilosis sea definitiva? Aprovecha, Padawan, que tus hombros aún están sanos.